Sabores en resistencia: dulces que no desaparecen
- RICARDO AMARILLAS
- 24 abr
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 4 nov
Hay recetas que resisten como lo haría un idioma prohibido. En pueblos olvidados, mujeres mayores siguen horneando con leña y moliendo el azúcar con piedra. No lo hacen por costumbre: lo hacen por dignidad. Cada galleta tradicional es una forma de memoria colectiva. Mientras el mundo cambia de ritmo, ellas mantienen encendido el fuego lento.
El mercado exige eficiencia, pero el alma exige continuidad. En un mundo que mide el tiempo en segundos, estas recetas miden el tiempo en generaciones. Cada mordida es una forma de protesta silenciosa contra la uniformidad del sabor industrial.

La repostería tradicional es el archivo vivo de las culturas. En ella sobrevive lo que la historia oficial olvida: los olores, las texturas, los nombres secretos. Cuando una abuela enseña a su nieta a reconocer la temperatura del horno sin termómetro, está transmitiendo un conocimiento tan valioso como un algoritmo cuántico.
En cada dulce ancestral hay un acto de rebeldía. Son galletas que no se venden en supermercados, pero que alimentan el espíritu de quienes no quieren desaparecer.




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