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Entre masa y memoria: Galletas que cuentan historias de familia

Hay recetas que no se escriben. Se recuerdan con las manos. Se transmiten entre cucharas de madera, silencios en la cocina y migas en el mantel. En muchas familias, la historia no se guarda en libros, sino en galletas.

Porque hay algo único en hornear: una mezcla entre alquimia y cariño. Y cuando esa mezcla se convierte en tradición, las galletas dejan de ser solo alimento. Se vuelven relatos comestibles, tan crujientes como los recuerdos que las rodean.


Galletas como cápsulas del tiempo

Cada familia tiene una receta especial. La de la abuela que solo usaba canela de Chiapas. La de la tía que insistía en cortar con un vaso de vidrio. La de mamá que horneaba a “ojo de buen cubero” pero siempre lograba el punto exacto.

No importa si son polvorones, galletas de nata, mantequillas danesas o alfajores de maicena. Lo importante no es la forma. Es la historia que cargan.

Cuando se hornea esa receta, algo sucede: el olor activa memorias, la textura revive voces, y el primer bocado tiene el poder de traer de vuelta un abrazo que ya no está.


Repostería oral: recetas que sobreviven al tiempo

En muchas culturas, la receta de galletas es el hilo invisible que une generaciones. Un legado femenino (y a veces masculino) que no siempre se anota, pero siempre se comparte. Y en esa transmisión hay secretos que no caben en una lista de ingredientes:

“No uses mantequilla fría, caliéntala un poco en tus manos.”



“Si las haces triste, no es lo mismo.”



“La primera bandeja siempre sale rara. Es parte del proceso.”



No son consejos técnicos. Son actos de amor codificados.


La galleta como símbolo familiar

Algunas familias hornean en Navidad. Otras, en cumpleaños. Algunas regalan cajas decoradas. Otras, reparten por pedacitos, como quien parte historia. Hay quienes incluso han abierto negocios basados en esa receta original, volviendo su memoria en sustento.

En todos los casos, la galleta funciona como lo que realmente es: una excusa para reunirse, para conversar mientras se mezcla, para recordar mientras se hornea.


Conclusión: Cocinar como quien cuenta un cuento

Entre masa y memoria, las galletas son relatos que se pueden oler, tocar y saborear. No necesitan traducción. Ni subtítulos. Solo tiempo, fuego y alguien dispuesto a seguir horneando la historia.



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