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Museos, ferias y galletas: El turismo cultural de lo dulce

Actualizado: 3 nov

La repostería también tiene sus templos.

Museos del chocolate, ferias del pan, festivales del dulce: lugares donde el sabor se convierte en patrimonio.

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El turismo gastronómico ya no busca solo comer: busca entender.

Quiere conocer la historia detrás del ingrediente, la técnica detrás del postre, el rostro detrás del horno.


Cada feria, cada exhibición, cada evento dedicado a lo dulce es un acto de memoria colectiva.

Las galletas que se hornean en esos espacios llevan consigo siglos de historia, pero también sueños contemporáneos.

Son símbolos de identidad y de creatividad.


El turismo cultural del sabor es una forma de viaje emocional.

Viajar a través de la comida es una manera de conocer sin traducir, de comprender sin palabras.


Cuando una marca participa de estos escenarios, no solo vende productos: representa un legado.

Se convierte en embajadora de su comunidad, de su país, de su gente.


La comida es el arte más democrático del mundo: se entiende por el cuerpo, no por el idioma.

Y cuando lo dulce se vuelve vehículo cultural, deja de ser negocio para convertirse en puente.

 
 
 

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