Museos, ferias y galletas: El turismo cultural de lo dulce
- GERMÁN CAMOU GARCÍA
- 19 may
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 3 nov
La repostería también tiene sus templos.
Museos del chocolate, ferias del pan, festivales del dulce: lugares donde el sabor se convierte en patrimonio.

El turismo gastronómico ya no busca solo comer: busca entender.
Quiere conocer la historia detrás del ingrediente, la técnica detrás del postre, el rostro detrás del horno.
Cada feria, cada exhibición, cada evento dedicado a lo dulce es un acto de memoria colectiva.
Las galletas que se hornean en esos espacios llevan consigo siglos de historia, pero también sueños contemporáneos.
Son símbolos de identidad y de creatividad.
El turismo cultural del sabor es una forma de viaje emocional.
Viajar a través de la comida es una manera de conocer sin traducir, de comprender sin palabras.
Cuando una marca participa de estos escenarios, no solo vende productos: representa un legado.
Se convierte en embajadora de su comunidad, de su país, de su gente.
La comida es el arte más democrático del mundo: se entiende por el cuerpo, no por el idioma.
Y cuando lo dulce se vuelve vehículo cultural, deja de ser negocio para convertirse en puente.




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