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Abramos la conversación.

El dulce arte de regalar: Cómo nace la emoción detrás de una caja de galletas

Actualizado: 3 nov

Regalar es un gesto ancestral. Antes de que existieran las monedas, ya existía la ofrenda. Un pan compartido, una fruta madura, un trozo de miel. Dar algo que se puede comer es compartir un instante de vida.

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Las cajas de galletas no solo encierran sabor; encierran historia. Cada una es un mensaje silencioso: “pensé en ti”. En ellas, el azúcar se vuelve idioma y el empaque, carta.

Regalar dulces es regalar tiempo: el que alguien invirtió en hornearlas, decorarlas, empacarlas, pensarlas.


En un mundo donde lo inmediato domina, una caja de galletas aún resiste al olvido.

Cada una dice: “fui hecha para ti, no para todos”.

Y en esa pequeña exclusividad habita la belleza: el lujo de la atención, la ternura del detalle.


El dulce arte de regalar es una forma de resistencia poética.

Porque entre el ruido del consumo, todavía hay quien elige hornear sentimientos.

 
 
 

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